Nuestra versión de los hechos...

Intravagantes es una nueva colección de Ediciones Evohé, que pretende celebrar la heterodoxia de autores, de perspectivas e ideologías, de escuelas literarias. Y también de géneros. En Intravagantes, para comprender el mundo y la existencia, mestizamos: poesía, novela, ensayo, teatro, cuento, testimonio, cómic, biografía, memorias.
En la luz y en la sombra de esta colección late nuestra versión de los hechos, porque lo que importa no es el formato sino la palabra. Y cada palabra basta para ser testimonio compartido de la búsqueda de la verdad en lo diverso, aquello que no está en ningún espacio que tengamos que esforzarnos por alcanzar, sino en nosotros mismos.
Dijo Aristóteles “la finalidad del arte es dar cuerpo a la esencia secreta de las cosas, no el copiar su apariencia”. Así nuestros Intravagantes despliegan muy distintas formas de expresión pero siempre contienen nuestra duda y nuestra certeza, nuestro asombro y nuestra familiaridad, nuestras preguntas y nuestras respuestas ante la dulzura del mundo y también de su amargura.
La única seña de identidad cifrada en Intravagantes es la grandeza de la diversidad humana.

sábado, 12 de enero de 2013

Tras su paso por Guadalajara

Intravagantes... quedan aquí algunas de las fotos (Arahal Rodríguez) y extractos de los textos de celebración de "El corazón del lobo" ayer en Guadalajara...

EL CORAZON DEL LOBO, DE RAFAEL SOLER, por María Antonia Velasco

Leí hace unos años El corazón del lobo, la novela de Rafael Soler. Cuando me pidió que hoy formase parte de esta mesa, pues la novela iba a reeditarse, evoqué su argumento de inmediato, cosa infrecuente, ya que la mayoría de las obras con el paso del tiempo quedan como sombras en la memoria, apenas una pincelada o un lejano e impreciso recuerdo.
 Pero no es esta una novela que se olvide. Naturalmente he vuelto a releerla para la ocasión y yo misma he quedado sorprendida de que el viaje de Alberto y Fanny a ninguna parte me resultara  tan nítido como la primera vez.
Cuando éramos jóvenes e indocumentados, en aquel tiempo, como dicen los evangelios, nos importaban mucho el amor y la literatura. Y nos estrenábamos en ambas disciplinas. Entonces habíamos leído a Joyce y el monólogo de Molly Bloom estaba en nuestra cultura como estaban las hormonas en el torrente circulatorio: como fetiches. Quizá por ello yo recordaba esta novela de Rafael casi sin alteración alguna...excepto en la forma de narrar. ¡La sombra de Joyce es tan alargada!
 La recordaba como un fluir de la conciencia, como una voz propia que desgranara la propia vida. Es en lo único en que me equivocaba porque Soler construyó un relato íntimo, un viaje circular, igual que Ulises, un viaje que iba desde el amor hasta el amor; construyó unos personajes bastante menos patéticos que los de Joyce y me atrevo a decir que con mas inteligencia y complicación. El viaje de Alberto y Fanny se puede describir como un  viaje que sale de Ana para llegar a Ana atravesando Menorca, incluso atravesando a Fanny: porque el amor no puede de ninguna manera desviarse del mapa que lleva trazado, como no sea para descansar eventualmente en la vaciedad y en la nada.
Lo que no advertí entonces era la compleja técnica narrativa, infrecuente en aquellos días, que consiste en la utilización de un narrador omnisciente con la inclusión eventual del fluir de la conciencia del personaje principal, Alberto y escasos pero reveladores diálogos con Fanny, que marcan como cruces o indicadores del camino, la dirección que, a favor de la fuerza del destino, Alberto va a tomar. Y más, ese narrador omnisciente  muestra su pericia técnica, su oficio, al ocuparse aún en un mismo párrafo del pasado, del presente y del futuro en una especie de truco de magia por el que los tiempos verbales se incrustan justamente en lo narrado sin dejar nunca al lector al pairo.
Y digo esto como una característica primordial de la novela. Después podríamos hablar con mucha razón del uso poético del pensamiento –que no de las descripciones– ya que queda claro que el autor es esencialmente un poeta, pero un poeta que cuenta algo, que narra, que no se limita a la contemplación y al éxtasis.
En fin: El corazón del lobo es un texto sabio sobre un hombre y una mujer que se aman y que se buscan en ese viaje terminable y a veces poco presentable que es la vida. Ni más ni menos, es decir, lo justo. Un texto muy recomendable, eterno, que no se agota con el paso del tiempo ni con el posible fracaso de las expectativas.
       

EL CORAZÓN DEL LOBO de Rafael Soler. Por Pepe Elgarresta
Es un placer presentar hoy aquí El corazón del lobo, una novela premiada y celebrada en su época (1982), hoy recuperada para los lectores como muestra de que el tiempo no pasa para las obras que son la plasmación de una inquietud básica en el ser humano: la inquietud de investigar, de hallar nuevas formas de expresión, nuevos cauces para llegar al lector con la descripción de una vida que de otro modo le pasaría inadvertida.

Porque “El corazón del lobo” es básicamente una insoportable confesión, que el protagonista se hace a sí mismo. Es “el corazón de la cuestión”: el corazón de su vida y de sí mismo; un entretejimiento de lo que es, lo que debería ser y lo que el propio lobo desearía que fuese. Sin embargo, el tejido resultante deja muchos cabos sueltos y por ello es también una tragedia. La tragedia de la contradicción entre el goce efímero y la insatisfacción permanente de una existencia que nunca satisface las expectativas del que así, más que vivir, transcurre. La levedad del ser magistralmente descrita en este monólogo, al final del cual sólo queda claro que el protagonista, más que aceptarse, carga consigo mismo y su vida se revela como un acontecimiento necesario, ya que no satisfactorio.
¿En qué forma comunicar este mensaje al lector? Unificando los aspectos subjetivo y objetivo de lo narrado, de tal forma que llegue al lector con el aroma de lo inevitable y ¿qué es lo inevitable? Lo cotidiano…
Este drama tan cotidiano, tan frecuente, tan vulgar en definitiva, está tan arraigado en la naturaleza humana, y es por ello tan conocido de todos que lo importante no es describirlo, sino cómo se describe para que su latido llegue a la mente adormecida del lector y aquí la descripción se realiza a través de distintos planos narrativos, cuya superposición produce una curiosa sensación de simultaneidad, como si todo estuviese sucediendo al mismo tiempo en el espíritu del lector, en consonancia con los personajes y aquel tuviera, como estos, que moverse y decidir en cuestión de instantes, porque la vida es un río tumultuoso que a todos nos arrastra hasta la catarata final y en su transcurso nos obliga a decidir, muchas cosas como no debiéramos e incluso como no quisiéramos. Así somos los hombres y así esta novela de Rafael Soler, escrita para reflejarlos en un espejo con las mismas rayaduras e imperfecciones en su superficie y la misma necesidad de permanencia en su fondo.
Conocía a Rafael Soler cuando tanto él como yo pensábamos que escribir es una forma de meditación compartida. Rafa tuvo numerosos premios y críticas laudatorias y un día decidió desaparecer del mapa literario. Yo, que permanecí en él, pensé que la palabra es también una música que requiere oídos para que cale en el espíritu del que la oye. Porque para oírla hay que escucharla y esta afirmación, que parece tan obvia, en arte no lo es tanto, ya que presupone en el que escucha, en este caso el lector, una sensibilidad especial para captar una obra que, en el verdadero creador, se adelanta casi siempre a ese marco de ideas, hábitos y creencias, que limitan y definen el presente del que ha de valorarla. Toda obra genuina es una ventana abierta a lo desconocido, que suele ser algo conocido, aunque contemplado desde una perspectiva inédita. Probablemente Rafa, que es un animal literario provisto de antenas muy sensibles, intuyó que, a pesar del éxito de su novela, su verdadero momento no había llegado, de lo cual hoy, superadas las barreras que impedían su comprensión profunda, debemos felicitarnos y felicitar también a su editor (Ed. Evohé, col. Intravagantes) por proporcionar a los lectores la oportunidad de apreciar en su justa medida esta novela, vanguardista en su tiempo, y que nunca dejará de serlo para todos aquellos que nunca se cansan en su búsqueda de nuevos aspectos en ese diamante de infinitas facetas llamado realidad.

1 comentario:

  1. Jaime, te agradezco enormemente que hayas traído hasta aquí las palabras de Pepe y de Toya, ambos queridos amigos, como también lo es Rafa. Porque para mi desgracia no pude ir y estaba deseando oírlos. Ahora veo que con razón lo deseaba.

    Abrazos a repartir.

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