Allí Elvira nos regaló, con su poco o mucho de veneno necesario, este poema "Envejecer a solas" de su indispensable libro "Terrenal y marina" (1999, Diputación Provincial de Cuenca, que para algo sí han valido las Diputaciones a veces). Os trascribo aquí el poema que todos de una u otra manera, antes o después, hacemos nuestro...
ENVEJECER A SOLAS
Por favor, no me dejes envejececer a solas
con el amargo fruto del árbol de tu ausencia
como única comida, llenando los pucheros,
el salón y la alcoba de vinagres y lágrimas.
Si tus ojos dejaran de mirarme
no sólo perdería la sonrisa,
en un vaivén de flores en el agua,
también el remolino tragaría
mis ojos diluidos, mis facciones,
y hasta mi identidad hecha pedazos.
Por favor, no me dejes. Envejecer a solas
me da miedo. Sin tu luz, la implacable ceguera
de la noche, donde emboscada esperala muerte indiferente, me acabaría engullendo.
No me dejes, sol mío, cuando llegue el invierno
y la escarcha y las sombras aniden en mi mente.
No permitas, amor, que los fantasmas
llenen la casa y las alfombras. Temo
irme quedando fría con sus besos,
temblorosa y confusa hasta olvidar tu nombre.
¡Ay, amor!, olvidaba que te fuiste hace tiempo,
y que estoy, sola y vieja, con la muerte
enroscada a mis pies como un perro.
Muy, muy bonito y sentido poema.
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