Nuestra versión de los hechos...

Intravagantes es una nueva colección de Ediciones Evohé, que pretende celebrar la heterodoxia de autores, de perspectivas e ideologías, de escuelas literarias. Y también de géneros. En Intravagantes, para comprender el mundo y la existencia, mestizamos: poesía, novela, ensayo, teatro, cuento, testimonio, cómic, biografía, memorias.
En la luz y en la sombra de esta colección late nuestra versión de los hechos, porque lo que importa no es el formato sino la palabra. Y cada palabra basta para ser testimonio compartido de la búsqueda de la verdad en lo diverso, aquello que no está en ningún espacio que tengamos que esforzarnos por alcanzar, sino en nosotros mismos.
Dijo Aristóteles “la finalidad del arte es dar cuerpo a la esencia secreta de las cosas, no el copiar su apariencia”. Así nuestros Intravagantes despliegan muy distintas formas de expresión pero siempre contienen nuestra duda y nuestra certeza, nuestro asombro y nuestra familiaridad, nuestras preguntas y nuestras respuestas ante la dulzura del mundo y también de su amargura.
La única seña de identidad cifrada en Intravagantes es la grandeza de la diversidad humana.

jueves, 21 de marzo de 2013

Daudet, zapatos, Cortázar

Intravagantes, no sé por qué recordaba hoy, Día Mundial de la Poesía, este poema de Elvira Daudet, que entre sus versos habla de la imagen de desolación que a menudo simbolizan unos zapatos. Y entonces el poema de Elvira me ha llevado en la memoria a otro de Julio Cortázar y aquí os dejo los dos. Quien sepa entender que entienda…

Despedida

Me desperté a tu lado, envuelta en el perfume
a tabaco y a menta de tu cuerpo
como si se tratara de un vestido de seda
o una siamesa piel que nos uniera,
con el gozo aniñado de amanecer contigo.
Como cada mañana me diste un tibio beso,
bebiste tu café,
encendiste el primer cigarrillo,
pusiste las noticias de la radio,
dijiste: «Va a llover, coge el paraguas».
Todo era normal en apariencia
—¿quién puede adivinar
los designios oscuros que trae el día?—
y me marché al trabajo sonriendo,
oyéndote silbar bajo la ducha.
Yo no escuché tus pasos alejarse
ni la puerta al cerrarse,
como exigen los buenos finales de una historia.
Pero al entrar en casa un silencio terrible
de alas negras inmóviles, un ensordecedor
silencio nunca oído,
me golpeó el cerebro brutalmente.
Malherida quedó, de pie en la alcoba,
alguien que no era yo;
al principio pensé que estaba muerta.
Vi entonces tus zapatos, pedestales vacíos
donde ayer —todavía siendo mío—
te erguías orgulloso.
Escuché claramente el clamor de mi sangre
golpeando mi herido corazón como un tambor,
y supe con dolor que estaba viva.
Tus zapatos usados fueron tu despedida,
en su desolación de ataúd doble yacía,
ya sin cuerpo, nuestro amor derrotado.
Ellos eran tu última palabra,
la muda y elocuente señal de tu abandono.
El vacío trepó por las paredes,
como un súbito moho,
royendo los visillos,
la alegría de nuestras risas juntas,
y se fugó la luz como tu sombra.
Así llegó la noche, lentamente,
y comenzó la muerte que no acaba.

                   (Elvira Daudet, Cuaderno del delirio, ed. Evohé-Intravgantes)

Si he de vivir

Si he de vivir sin ti, que sea duro y cruento,
la sopa fría, los zapatos rotos, o que en mitad de la opulencia
se alce la rama seca de la tos, ladrándome
tu nombre deformado, las vocales de espuma, y en los dedos
se me peguen las sábanas, y nada me dé paz.
No aprenderé por eso a quererte mejor,
pero desalojado de la felicidad
sabré cuánta me dabas con solamente a veces estar cerca.
Esto creo entenderlo, pero me engaño:
hará falta la escarcha del dintel
para que el guarecido en el portal comprenda
la luz del comedor, los manteles de leche, y el aroma
del pan que pasa su morena mano por la hendija.

Tan lejos ya de ti
como un ojo del otro,
de esta asumida adversidad
nacerá la mirada que por fin te merezca.

(Julio Cortázar, Salvo el crepúsculo, ed. Alfaguara)

6 comentarios:

  1. Espléndida manera de recibir el día de los poetas. (¿o de la poesía...?) Espléndido tú, Jaime, siempre generosamente derramado en halagos y afectos. ¡Y qué bien traidos estos dos inmensos poemas a los pagos de lo cotidiano! ¡¡Qué suerte!! Gracias, Elvira, gracias, Cortázar, gracias, Capitán. Carmina

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  2. Gracias a los dioses por enviar a Jaime Alejandre para nuestro consuelo; un hombre grande que se desborda en amor por los pequeños, los invidentes, los desahuciados; un capitán al que sigue con fidelidad perruna una tropa de rotos; un poeta inmenso, inabarcable que nos ofrece la luz en su útero materno o en el crepúsculo violento de sus versos. Gracias, amigo, por hacer más humano el final del camino, y que Zeus te perdone tus excesos.

    Un tierno abrazo y mi sincera admiración, querida Carmina.
    Elvira

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  3. Un abrazo partido (Simón dixit), qherido amigo.

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  4. Por aferrarse a la grandeza de la diversidad, y por el proyecto, es obligado desearos buena suerte. A ellos. Un abrazo.

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  5. Espléndido regalo, Jaime, mil gracias.

    Un abrazo,

    Arturo

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  6. ...y a mi don Julio me ha llevado de la mano hasta don Jaime:

    "Después de vivir como si fuera
    a recordar por siempre cada día
    y cada hora de mi vida, llega la hora,
    llega el día, ya en que apenas
    rememoro. Así descubro
    que el resto se perdió, sí, en el olvido
    de todo aquello que no importa".

    Bendiciones al personal en el día mundial de la Daudet.
    Servidora, de mayor, se pide ser cuarto y mitá del Gran Cronopio.
    Besos a las chicas, abrazos a los rebeldes chiricahuas.

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